¿Cuándo se termina el duelo?
¿Cómo me doy cuenta?, ¿Es el mismo tiempo para todo el mundo? Esas son algunas de las preguntas que se escuchan por parte de quienes solicitan tratamiento psicológico ante el dolor que les genera la pérdida de un ser querido.
Algunas personas no consultan inmediatamente después de ocurrida la pérdida, sino luego de transcurrido un tiempo, donde el recuerdo no les permite continuar con las actividades que llevaban hasta ese momento. Otras, están llevando adelante su tratamiento y viven esta situación. También, hay quienes se acercan en busca de respuesta a cierta pregunta que se vienen haciendo, pero una vez comenzado el tratamiento mencionan la pérdida de algún ser querido. Estos son solo algunos ejemplos, donde las preguntas del inicio comienzan a ser dichas.
¿Qué es el duelo? ¿Hay una sola manera de llevarlo adelante? ¿Qué es lo que se perdió? Me propongo darles una breve mirada a estas preguntas para situarme así en un tema tan caro a los afectos que nos unen o separan de otros.
El duelo es el tiempo necesario para cada quien, donde nos encontramos con que la persona tiene una pérdida por el interés por el mundo exterior, pérdida de la capacidad de escoger algún nuevo objeto de amor y por un extrañamiento respecto de cualquier trabajo productivo que no tenga relación con el que ya no está. Es la cotidianeidad que le demuestra que su ser querido ya no existe más y que reclama que algo tiene que hacer con los lazos afectivos que lo unían a ese ser amado. Este trabajo no pude ser realizado enseguida, se va ejecutando, nos dice Freud en Duelo y Melancolía, “pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y energía, entretanto la existencia de lo perdido continúa en lo psíquico”. Es decir, este proceso, paso a paso, requiere de energía y tiempo para seguir su trabajo de desanudamiento y anudamiento en otro lugar. Por esto es que para el que esta atravesando este momento el mundo se ha hecho pobre y vacío. Ahora bien, podemos entonces pensar que la manera en que cada uno lleva adelante este trabajo que le propone la realidad, para ir desatando pieza por pieza ese amor que lo unía a ese otro, es una tarea muy personal. Ya muchos deben conocer personas que en un primer momento hacen sus actividades como en forma automática, sin pensar demasiado, pero también hay quienes pareciera que no les ha pasado nada, porque tal vez este camino que implica el duelo no lo hayan comenzado a transitar.
En lo que respecta a la pregunta por lo que se perdió, nos puede ayudar lo que dice Lacan en el Seminario 10 en la clase del 30 de Enero de 1963 “Sólo estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos “Yo era su falta”. Estamos de duelo por personas a quienes hemos tratado bien o mal y respecto a quienes no sabíamos que cumplíamos la función de estar en el lugar de su falta” es entonces que lo que se perdió es lo que uno era para ese otro no ya ese otro amado sino aquel cuya falta fue y su deseo causó. Por lo tanto necesitará desplegar, o comenzar a hacerlo por lo menos, algo de este lugar que ocupaba para el otro.
Es en esta manera de poner palabras a lo que no anda, a lo que no se va, a lo que duele, que el psicoanálisis se propone para poder crear un espacio de intimidad, donde ese lugar que ocupaba pueda hacerse pregunta tal vez, ya que pareciera que esta todo dicho por la dolorosa pérdida, siendo en realidad la respuesta lo menos sabido.
Angela Oyarzábal
¿Cómo me doy cuenta?, ¿Es el mismo tiempo para todo el mundo? Esas son algunas de las preguntas que se escuchan por parte de quienes solicitan tratamiento psicológico ante el dolor que les genera la pérdida de un ser querido.
Algunas personas no consultan inmediatamente después de ocurrida la pérdida, sino luego de transcurrido un tiempo, donde el recuerdo no les permite continuar con las actividades que llevaban hasta ese momento. Otras, están llevando adelante su tratamiento y viven esta situación. También, hay quienes se acercan en busca de respuesta a cierta pregunta que se vienen haciendo, pero una vez comenzado el tratamiento mencionan la pérdida de algún ser querido. Estos son solo algunos ejemplos, donde las preguntas del inicio comienzan a ser dichas.
¿Qué es el duelo? ¿Hay una sola manera de llevarlo adelante? ¿Qué es lo que se perdió? Me propongo darles una breve mirada a estas preguntas para situarme así en un tema tan caro a los afectos que nos unen o separan de otros.
El duelo es el tiempo necesario para cada quien, donde nos encontramos con que la persona tiene una pérdida por el interés por el mundo exterior, pérdida de la capacidad de escoger algún nuevo objeto de amor y por un extrañamiento respecto de cualquier trabajo productivo que no tenga relación con el que ya no está. Es la cotidianeidad que le demuestra que su ser querido ya no existe más y que reclama que algo tiene que hacer con los lazos afectivos que lo unían a ese ser amado. Este trabajo no pude ser realizado enseguida, se va ejecutando, nos dice Freud en Duelo y Melancolía, “pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y energía, entretanto la existencia de lo perdido continúa en lo psíquico”. Es decir, este proceso, paso a paso, requiere de energía y tiempo para seguir su trabajo de desanudamiento y anudamiento en otro lugar. Por esto es que para el que esta atravesando este momento el mundo se ha hecho pobre y vacío. Ahora bien, podemos entonces pensar que la manera en que cada uno lleva adelante este trabajo que le propone la realidad, para ir desatando pieza por pieza ese amor que lo unía a ese otro, es una tarea muy personal. Ya muchos deben conocer personas que en un primer momento hacen sus actividades como en forma automática, sin pensar demasiado, pero también hay quienes pareciera que no les ha pasado nada, porque tal vez este camino que implica el duelo no lo hayan comenzado a transitar.
En lo que respecta a la pregunta por lo que se perdió, nos puede ayudar lo que dice Lacan en el Seminario 10 en la clase del 30 de Enero de 1963 “Sólo estamos de duelo por alguien de quien podemos decirnos “Yo era su falta”. Estamos de duelo por personas a quienes hemos tratado bien o mal y respecto a quienes no sabíamos que cumplíamos la función de estar en el lugar de su falta” es entonces que lo que se perdió es lo que uno era para ese otro no ya ese otro amado sino aquel cuya falta fue y su deseo causó. Por lo tanto necesitará desplegar, o comenzar a hacerlo por lo menos, algo de este lugar que ocupaba para el otro.
Es en esta manera de poner palabras a lo que no anda, a lo que no se va, a lo que duele, que el psicoanálisis se propone para poder crear un espacio de intimidad, donde ese lugar que ocupaba pueda hacerse pregunta tal vez, ya que pareciera que esta todo dicho por la dolorosa pérdida, siendo en realidad la respuesta lo menos sabido.
Angela Oyarzábal
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