"...pero lo que así ha sido incomprendido, regresa: como un espíritu no redimido, no se apacigua hasta recibir la solución y la redención" (Sigmund Freud)
Palpitaciones, mareos, dolores en el pecho, temblores, sensación de ahogo y de muerte inminente son algunos de los síntomas mencionados por varias de las tantas personas que circulan a diario por consultorios de psicólogos, médicos y psiquiatras. La denominación que la modernidad le ha dado a ese conjunto de síntomas es "ataque de pánico", y el tratamiento ofrecido se limita a la receta de psicofármacos o, en el caso de las terapias no analíticas, a un reducido y predeterminado número de entrevistas. En ambos casos, el objetivo es el mismo: acallar el síntoma, para normalizar así las funciones afectadas.
Se ha difundido la idea de que los llamados ataques de pánico constituyen una nueva patología, un conjunto de síntomas que hacen su aparición en los últimos años. Nada más lejano de ello: allá por el año 1895 (¡hace 113 años!) dichos síntomas ya habían sido agrupados por Sigmund Freud bajo el nombre de neurosis de angustia. ¿A qué se debe esta concepción errónea entonces? En parte a la influencia de los grandes laboratorios, principalmente estadounidenses, que proclamando a los ataques de pánico como el nuevo flagelo contemporáneo, facturan miles de millones de dólares en concepto de ventas de benzadiopezinas, imidazopiridinas y antidepresivos. Drogas mágicas que, a costa de la subjetividad y la singularidad del paciente, silencian aquello que los síntomas intentan expresar.
Si bien los hoy denominados ataques de pánico no constituyen una novedad, podríamos afirmar que en los tiempos que corren hay una proliferación de estos síntomas.
Quizás uno de los motivos sea la caída de ideales y de valores comunes, significaciones compartidas que en otras épocas ni siquiera eran cuestionadas. El sujeto en los tiempos del capitalismo es un sujeto desengañado, que privilegia por sobre todas las cosas su bienestar personal. Vivimos en una sociedad que impone a sus miembros la obligación de ser exitosos en todos los órdenes de la vida, algo muy difícil, si no imposible, de cumplir. ¿Cómo no entender que las personas cuenten hoy en día con menos recursos para tramitar la angustia que en otros tiempos, en los que existían ideales más cercanos al bienestar común que a la satisfacción personal? Triunfar, disfrutar, ser feliz: anhelos que pueden resultar válidos para la vida de cualquier persona, pero que sólo pueden ser vividos como cargas cuando aparecen como una exigencia de la sociedad.
Ahora bien, ¿qué es lo que el psicoanálisis tiene para ofrecer? Principalmente la escucha. Para los psicoanalistas los síntomas son indicadores de que algo del orden de la subjetividad no anda bien. Eliminar al síntoma, sea por intermedio de pastillas o de terapias focalizadas solamente con dicho objetivo, sería como matar al mensajero que trae una mala noticia.
Ahora bien, ¿qué es lo que el psicoanálisis tiene para ofrecer? Principalmente la escucha. Para los psicoanalistas los síntomas son indicadores de que algo del orden de la subjetividad no anda bien. Eliminar al síntoma, sea por intermedio de pastillas o de terapias focalizadas solamente con dicho objetivo, sería como matar al mensajero que trae una mala noticia.
Por eso, la importancia que le damos a la palabra del sujeto, privilegiando "su" verdad por ante otra cosa. A contrapelo del discurso imperante, que sólo busca la igualación de lo diferente, el psicoanálisis brinda al sujeto la posibilidad de despliegue de lo singular, de poner en palabras a la angustia que encontró en síntomas la única forma de expresión. En tiempos en que los pacientes son tomados como potenciales consumidores, o como individuos cuya subjetividad hay que "llamar al orden" silenciando sus síntomas para borrar lo disfuncional, el psicoanálisis ofrece al sujeto un espacio que le permite, a través de la palabra, situar algo del horror que lo invade, posibilitando así, además de un alivio sintomático, la pregunta acerca de su deseo.
Mayo de 2008
Lic. Sebastián Fernández Moores
licfmoores@gmail.com
Mayo de 2008
Lic. Sebastián Fernández Moores
licfmoores@gmail.com
1 comentario:
Muy pertinente su articulo, sobre todo en estos tiempos de un contexto de "panico" social y economico , cuyas subjetividades son atravesadas por el mismo.
Interesante lo que Ud escribe acerca de las manifestaciones sintomaticas que aparecen en el cuerpo, en relacion a que se trata de neurosis de angustia, o de angustia puesta en el cuerpo.
Saluda atte
MC
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