martes, 16 de diciembre de 2008

Seminario Intensivo
"Afectos Lacanianos"
18 de abril de 2009 Salón auditorio de la Asociación Cultural Armenia Ciudad Autónoma de Buenos Aires

(Haga click en la imágen para agrandarla)

"El seminario retomará la tesis freudiana clásica, que dice que el afecto está desplazado, y que por lo tanto, no es una brújula para la interpretación. Interrogará además los aportes específicos de Lacan, que van desde la conceptualización de la angustia como afecto excepcional - el único que no engaña - hasta la función del afecto enigmático como signo del inconsciente real; sin omitir la cuestión de su alcance ético, en la extraña serie que construye en Televisión. Los estados depresivos me servirán de apoyo en este recorrido". Colette Soler


INFORMES E INSCRIPCIÓN
Secretaría del Foro Analítico del Río de la Plata
Av. Callao 741, 1° piso, Dto. 5
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Lunes a viernes de 18:30 a 20 hs.
Teléfono: 5811-4468
Email: farp@arnet.com.ar


jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Por qué el psicoanálisis hoy? por Cristina Toro


El psicoanálisis es una disciplina que nació como una práctica de cura a principios del siglo XX, en el encuentro que tuvo su inventor, Freud, con el discurso de una mujer cuyo padecer ponía en cuestión la vida sexual de los seres humanos y buscaba ser escuchado.
Es decir, el psicoanálisis nació como una práctica de cura y se sostiene como tal. Son argumentos desleales aquellos que se esgrimen diciendo que al psicoanálisis no le interesa la cura, dimensión que se encuentra permanentemente evocada en los textos de transmisión de Freud y de Lacan. Es esta la práctica que los psicoanalistas sostenemos hoy: La que liga el padecimiento a la sexualidad. Lo que no quiere decir que los psicoanalistas no estemos advertidos respecto de los cambios que se han producido en esta relación a través de los tiempos.
En la actualidad no es la misma que en la época de Freud, ya que lo que era un escándalo para la concepción de la sexualidad en el siglo XIX y a principios del XX, hoy es una banalidad.
Que los modos o modas sean diferentes no nos habilita a pensar que no hay represión de la sexualidad ni que no hay retorno de lo reprimido, es decir que no hay síntomas psíquicos, sino que en todo caso a lo que estamos obligados es a interrogarnos sobre qué es lo que “retorna” en un síntoma.
No sólo en un síntoma “clásicamente” neurótico: tristezas infinitas, compulsiones, exigencias, prohibiciones, sino también en las formas particulares que toma lo rechazado en nuestra sociedad capitalista. Me refiero a lo que denuncian las formas actuales de la angustia de los ataques de pánico, de los cuerpos alterados anoréxicos, transexuales o travestidos, y de los toxicómanos de hoy, como nuevas presentaciones del padecer subjetivo.
Claro que reconocemos que muchos de estos sufrimientos actuales, se presentan con un importante rechazo a ser subjetivados por quien los padece.
Aquellos cuya carta de presentación es el “yo soy así” pero que cuando al sujeto le resulta dificultoso continuar esta frase, como la letra del tango y decir “si soy así, que voy a hacer” y entonces si se encuentra con esto, quizá quiera consultar, allí está el psicoanalista, el mejor capacitado para escuchar.
Nuestra época… es una época en que el cinismo está a la orden del día, donde el sujeto padece de las locas e insistentes demandas de un “ideal generalizado” que los hace sentir rechazados a aquellos que no lograron entrar en los requisitos de la felicidad, del éxito, de la belleza, de la fuerza, la alegría. Que no pueden identificarse con ese “siempre arriba” de esas figuras ideales a las que nos convocan tanto la publicidad como los medios de comunicación.
Los que practicamos el psicoanálisis reconocemos que si bien cada época tiene su marca, nuestro desafío siempre es el mismo: relacionar al sujeto con el reconocimiento del inconsciente que lo determina, poder hacer producir una causa donde se sufre, encontrar una causa para sus síntomas inhabilitantes.
Los psicoanalistas asumimos como una responsabilidad ética el hecho de que nuestra práctica clínica debe estar siempre obligada a sostenerse en la complejidad que cada época supone, con el fin de mejorar la posición del sujeto que nos consulta.
Lacan nos lo dice así en un párrafo de un texto “es mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” [1]
Los analistas no debemos, ni estamos fuera de la hora en la que nos ha tocado vivir, y trabajamos en una formación permanente para estar a la altura del sujeto sufriente que se dirige a nuestra consulta. De la escucha de un analista y de la puesta en marcha de un tratamiento psicoanalítico puede esperarse el alivio subjetivo de los padecimientos.

Cristina Toro

[1] Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes. J. Lacan “Función y Campo de la palabra en psicoanálisis”

martes, 18 de noviembre de 2008

"Pánico al ataque" por el Lic. Sebastián Fernández Moores


"...pero lo que así ha sido incomprendido, regresa: como un espíritu no redimido, no se apacigua hasta recibir la solución y la redención" (Sigmund Freud)

Palpitaciones, mareos, dolores en el pecho, temblores, sensación de ahogo y de muerte inminente son algunos de los síntomas mencionados por varias de las tantas personas que circulan a diario por consultorios de psicólogos, médicos y psiquiatras. La denominación que la modernidad le ha dado a ese conjunto de síntomas es "ataque de pánico", y el tratamiento ofrecido se limita a la receta de psicofármacos o, en el caso de las terapias no analíticas, a un reducido y predeterminado número de entrevistas. En ambos casos, el objetivo es el mismo: acallar el síntoma, para normalizar así las funciones afectadas.

Se ha difundido la idea de que los llamados ataques de pánico constituyen una nueva patología, un conjunto de síntomas que hacen su aparición en los últimos años. Nada más lejano de ello: allá por el año 1895 (¡hace 113 años!) dichos síntomas ya habían sido agrupados por Sigmund Freud bajo el nombre de neurosis de angustia. ¿A qué se debe esta concepción errónea entonces? En parte a la influencia de los grandes laboratorios, principalmente estadounidenses, que proclamando a los ataques de pánico como el nuevo flagelo contemporáneo, facturan miles de millones de dólares en concepto de ventas de benzadiopezinas, imidazopiridinas y antidepresivos. Drogas mágicas que, a costa de la subjetividad y la singularidad del paciente, silencian aquello que los síntomas intentan expresar.

Si bien los hoy denominados ataques de pánico no constituyen una novedad, podríamos afirmar que en los tiempos que corren hay una proliferación de estos síntomas.
Quizás uno de los motivos sea la caída de ideales y de valores comunes, significaciones compartidas que en otras épocas ni siquiera eran cuestionadas. El sujeto en los tiempos del capitalismo es un sujeto desengañado, que privilegia por sobre todas las cosas su bienestar personal. Vivimos en una sociedad que impone a sus miembros la obligación de ser exitosos en todos los órdenes de la vida, algo muy difícil, si no imposible, de cumplir. ¿Cómo no entender que las personas cuenten hoy en día con menos recursos para tramitar la angustia que en otros tiempos, en los que existían ideales más cercanos al bienestar común que a la satisfacción personal? Triunfar, disfrutar, ser feliz: anhelos que pueden resultar válidos para la vida de cualquier persona, pero que sólo pueden ser vividos como cargas cuando aparecen como una exigencia de la sociedad.

Ahora bien, ¿qué es lo que el psicoanálisis tiene para ofrecer? Principalmente la escucha. Para los psicoanalistas los síntomas son indicadores de que algo del orden de la subjetividad no anda bien. Eliminar al síntoma, sea por intermedio de pastillas o de terapias focalizadas solamente con dicho objetivo, sería como matar al mensajero que trae una mala noticia.
Por eso, la importancia que le damos a la palabra del sujeto, privilegiando "su" verdad por ante otra cosa. A contrapelo del discurso imperante, que sólo busca la igualación de lo diferente, el psicoanálisis brinda al sujeto la posibilidad de despliegue de lo singular, de poner en palabras a la angustia que encontró en síntomas la única forma de expresión. En tiempos en que los pacientes son tomados como potenciales consumidores, o como individuos cuya subjetividad hay que "llamar al orden" silenciando sus síntomas para borrar lo disfuncional, el psicoanálisis ofrece al sujeto un espacio que le permite, a través de la palabra, situar algo del horror que lo invade, posibilitando así, además de un alivio sintomático, la pregunta acerca de su deseo.

Mayo de 2008
Lic. Sebastián Fernández Moores
licfmoores@gmail.com

jueves, 6 de noviembre de 2008

Presentación de la Red



Desde el año 2007 el Foro Analítico del Río de la Plata ofrece a través de su red asistencial, tratamiento psicoanalítico a niños, adolescentes, adultos y parejas. Esta oferta toma los rasgos particulares de una institución que, orientada por la Escuela, transmite y promueve el Psicoanálisis.
El equipo que compone la Red pone especial énfasis en la formación de sus integrantes, habiendo constituido para ello espacios de trabajo conjunto y de control de los análisis,  en torno a las encrucijadas singulares de la clínica actual que se conjugan en el padecimiento que motiva cada consulta.
Los analistas pueden evaluar la estipulación de los honorarios según la situación del consultante